Desarrollos y Construcciones 2005 SL y Scania 4×4, dos todoterrenos

Hoy visitamos La Algaba, municipio sevillano perteneciente a la comarca de la Vega del rio Guadalquivir. Su denominación actual procede del árabe Al-Gaba, que significa “El Bosque”. Fernando III la reconquistó y fue cedida a su hijo Don Fadrique, pasó también por manos del infante Don Alfonso de la Cerda y el Duque de Niebla, pero fue Felipe II quien, finalmente, creó el Marquesado de La Algaba. Originariamente, se trataba de un recinto amurallado que con el paso del tiempo fue superado por las edificaciones más recientes.

Paseando por sus calles nos impone la Iglesia gótico-mudéjar de Santa María de Las Nieves y sus bóvedas y la señorial Torre de los Guzmanes, de 27 metros de altura y antigua edificación de defensa, en la que nos llama la atención su conjunto de ventanas de distintos estilos. En este paseo llegamos al barrio de El Aral donde emerge la ermita de la Concepción que da cobijo a interesantes esculturas como la Virgen de la Concepción y la de San José.

Hacemos una parada para degustar el “pan prieto” y paladear la obra pictórica de Antonio Calvo Carrión, adentrarnos en la poesía de Andrés Molina Moles, subir el telón del teatro y actuar con Fausto Velázquez Clavijo, oír y sentir “Caminito de los mares” o “Las cuatro moneas” de la voz de Dorita “La Algabeña” y “La encrucijada” o “Amor marinero” del compositor algabeño Julián Bazán Boceta, hablamos de fútbol y del buen trato de balón que le dio Pedro Bazán Romero que, siendo jugador del Málaga, le marcó nueve goles al Hércules en un solo partido, José Rodríguez “Rodri”, guardameta sevillista e internacional y el más reciente, Diego Tristán Herrera, “Pichichi”, internacional y mundialista, que cosechó sus mejores glorias vistiendo la elástica del Deportivo de la Coruña.

Tenemos tiempo para el deleite y, llegado septiembre, disfrutamos de su Feria y Fiesta de los Toros, donde se dan cita numerosos eventos, algunos taurinos, musicales y demás variedades.

Muchos de los edificios visitados, calles, construcciones y excavaciones más o menos modernas, tuvieron y tienen el sello, la huella de las manos, el trabajo y la dedicación de D Antonio Abad Correa Alonso que, hace más de 60 años, recorrió sus primeros kilómetros, cargado de arena o áridos, al volante de un mítico camión Chevrolet de la época.

Entonces había que cargar y descargar los camiones a mano. Eran otros tiempos. Ya en los albores de la década de los años 70, aquel Chevrolet le dio paso a un camión Ebro y un poco más tarde, por fin llegaron los primeros camiones basculantes. D Antonio Abad Correa Alonso, con su esfuerzo y afán, llegó a tener tres unidades Barreiros 4220, otra insignia de aquellos años. Las primeras cabezas tractoras con bañeras fueron adquiridas en los años 80, hasta entonces solo tenían camiones rígidos, siendo el Barreiros 300 el elegido.

Antonio Abad Correa Díaz, hijo de D Antonio Abad Correa Alonso, era un chaval al que siempre, bajo los consejos y enseñanzas de su padre, le gustó y se sintió atraído por el mundo de los camiones. Su primer contacto con ellos, siendo un niño, fue a través de la mecánica. Ya arreglaba y hacía los mantenimientos de los camiones de su padre en la calle. Con tan solo trece años, Antonio Abad Correa Díaz ya manejaba y conducía máquinas y camiones en las graveras. Incluso en la Expo92, dentro del recinto y aún sin carnet, hacía movimientos de tierras con los camiones.

Estuvo trabajando con los camiones de su padre como chófer hasta el año 2000 que se independiza y adquiere su primer camión, una tractora

Mercedes 1935 con diez años y un semirremolque tipo bañera fabricada por Camino. Principalmente transportaba arena y áridos e iba alternando su trabajo, una parte lo hacía con su padre y otra ya hacía trabajos por su cuenta.

El trabajo iba dando sus frutos y, poco a poco, fue aumentando su flota con más camiones y maquinaria, tipo retroexcavadoras o palas.

Llega 2011 y el entorno familiar sufre un varapalo, D Antonio Abad Correa Alonso fallece. Su maestro, como dice su hijo Antonio. A él le debe lo que es. Su hermano Jesús se queda con camiones de su padre, actúa como autónomo, pero también trabaja para su hermano Antonio.

La empresa va a más, crece y crece, la demanda aumenta y con ella los compromisos. Es en 2013 cuando Antonio Abad Correa Díaz constituye la empresa “Desarrollos y Construcciones 2005, SL”. Se multiplican los trabajos de movimientos de tierra, arenas, áridos, transporte de góndola y transporte en general, canteras, obras civiles y públicas, excavaciones, nivelación y compactación de terrenos, etc. El auge es importante y con la incorporación de las últimas tres tractoras 4×4 Scania Súper, Antonio Abad Correa Díaz aumenta su flota de camiones a treinta unidades además de su importante número de maquinaria compuesto por retroexcavadoras, de cadenas, palas cargadoras, niveladoras, rulos, etc. que le permite desarrollar y acometer todo tipo de trabajos. Desarrollos y Construcciones 2005 SL es, hoy día, un referente en el sector.

Una empresa familiar donde Antonio Abad Correa Díaz recoge el testigo y las enseñanzas de su maestro, su padre y, mientras su madre Rosa aguarda en casa, su hermano Jesús trabaja, su hermana Mari Loli conduce y disfruta con un Scania, Dolores, hija de Antonio, lo controla todo desde la oficina y Antonio Abad Correa Márquez, su hijo, ya vuela y va de la mano de su padre.

En La Algaba, bañada por el Guadalquivir, con aroma de cocido algabeño y pringá en pan prieto, con aires taurinos, carnavalescos y rocieros, la figura de Antonio Abad Correa Díaz emerge como gran empresario. Su trabajo, su compromiso, las obras y la construcción, sus arenas y áridos, sus camiones, su maquinaria, su tiempo, su recuerdo paternal, su pueblo y, si le dejan, sus escapadas a Chipiona. Su vida.